OPINIÓN PERSONAL
Opiniones van y opiniones vienen. Cualquiera puede opinar, lo difícil es actuar. Vivimos en una sociedad en la que todos nos quejamos: Que si la religión, que si el gobierno, que si mi jefe, que si mi maestro… Permanecemos inmersos en una continua queja que, si bien nos ayuda a desahogar nuestro coraje, no contribuye en nada para la solución del problema en cuestión.
Los ocho artículos leídos nos hablan de temas totalmente cotidianos tales como la educación, el cuidado del medio ambiente y el agua, los celulares, la burocracia, la salud y enfermedad, la televisión y la mala información, la Iglesia, y la desigualdad de género. Todos ellos, tópicos conocidos y bastante recurridos siempre que se opina del avance o progreso del país o, incluso, de otros temas.
Como buenos ciudadanos, debemos comenzar a tomar conciencia respecto a los problemas que aquejan a nuestro entorno (llámese sociedad, trabajo, escuela, familia). La única forma de comprender y lograr buscar soluciones para los problemas que se nos presentan cada día es la información. Desafortunadamente, la cultura y educación que recibimos es de corte retrógrada. Parece ser que nos enseñan a no preocuparnos por los problemas sociales y nos vuelven personas atenidas a las opiniones, respuestas y soluciones de todos aquellos que sí están interesados en el beneficio nuestro país (o en el propio). Se busca una mejor educación y los gobernantes modifican los libros de texto gratuitos para enseñar sólo lo que a ellos les conviene o lo que, según ellos, es la verdad.
Todo esto, aunado a la cultura mexicana que tenemos, nos impulsa a repetir los errores que ya hemos cometido y no permiten el avance que deberíamos tener a estas alturas de la historia. Quizá ha llegado la hora de que cada uno de nosotros tome conciencia acerca del papel que nos corresponde e iniciemos una nueva cultura. No importa si uno es científico, literato, filósofo o economista; cualquier profesión u oficio, de cualquier área, es responsable del mundo y del país donde vive, así que nuestras acciones, de ahora en adelante, deben estar encaminadas hacia un mismo fin, el progreso.
Considero que la invitación a leer este tipo de textos tan explícitos respecto a los problemas sociales que nos competen a todos es una manera idónea para hacer que los jóvenes volvamos los ojos hacia una realidad que usualmente no vemos (o no queremos ver) o que, aunque la vemos, no intentamos realizar nada para cambiarla.
Para lograr solucionar una problema es necesario tener antecedentes y buscar información al respecto para así comprender un poco más y saber, o más bien conocer, a qué nos vamos a enfrentar. Cualquier problema se resuelve de la misma manera, solamente que en los problemas de tipo cotidiano lo hacemos de manera automática, y el conocimiento adquirido es empírico a diferencia de los problemas científicos). Esta es la razón por la cual opino que al leer las problemáticas que acontecen en nuestra vida diaria, nos permitimos iniciar una búsqueda de soluciones aplicables a la resolución de éstas. No importa si somos jóvenes o adultos, existen pequeñas acciones que se traducen en cambios de magnitudes mundiales. Comencemos a informarnos y a esforzarnos por mejorar, ésta es la única forma en la cual lo lograremos.
Los ocho artículos leídos nos hablan de temas totalmente cotidianos tales como la educación, el cuidado del medio ambiente y el agua, los celulares, la burocracia, la salud y enfermedad, la televisión y la mala información, la Iglesia, y la desigualdad de género. Todos ellos, tópicos conocidos y bastante recurridos siempre que se opina del avance o progreso del país o, incluso, de otros temas.
Como buenos ciudadanos, debemos comenzar a tomar conciencia respecto a los problemas que aquejan a nuestro entorno (llámese sociedad, trabajo, escuela, familia). La única forma de comprender y lograr buscar soluciones para los problemas que se nos presentan cada día es la información. Desafortunadamente, la cultura y educación que recibimos es de corte retrógrada. Parece ser que nos enseñan a no preocuparnos por los problemas sociales y nos vuelven personas atenidas a las opiniones, respuestas y soluciones de todos aquellos que sí están interesados en el beneficio nuestro país (o en el propio). Se busca una mejor educación y los gobernantes modifican los libros de texto gratuitos para enseñar sólo lo que a ellos les conviene o lo que, según ellos, es la verdad.
Todo esto, aunado a la cultura mexicana que tenemos, nos impulsa a repetir los errores que ya hemos cometido y no permiten el avance que deberíamos tener a estas alturas de la historia. Quizá ha llegado la hora de que cada uno de nosotros tome conciencia acerca del papel que nos corresponde e iniciemos una nueva cultura. No importa si uno es científico, literato, filósofo o economista; cualquier profesión u oficio, de cualquier área, es responsable del mundo y del país donde vive, así que nuestras acciones, de ahora en adelante, deben estar encaminadas hacia un mismo fin, el progreso.
Considero que la invitación a leer este tipo de textos tan explícitos respecto a los problemas sociales que nos competen a todos es una manera idónea para hacer que los jóvenes volvamos los ojos hacia una realidad que usualmente no vemos (o no queremos ver) o que, aunque la vemos, no intentamos realizar nada para cambiarla.
Para lograr solucionar una problema es necesario tener antecedentes y buscar información al respecto para así comprender un poco más y saber, o más bien conocer, a qué nos vamos a enfrentar. Cualquier problema se resuelve de la misma manera, solamente que en los problemas de tipo cotidiano lo hacemos de manera automática, y el conocimiento adquirido es empírico a diferencia de los problemas científicos). Esta es la razón por la cual opino que al leer las problemáticas que acontecen en nuestra vida diaria, nos permitimos iniciar una búsqueda de soluciones aplicables a la resolución de éstas. No importa si somos jóvenes o adultos, existen pequeñas acciones que se traducen en cambios de magnitudes mundiales. Comencemos a informarnos y a esforzarnos por mejorar, ésta es la única forma en la cual lo lograremos.
Saccharomyces
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