jueves, 17 de septiembre de 2009

Opinión de artículos

Los siete artículos reflejan (aunque no siempre en el contexto de la nacionalidad mexicana) un problema del cual todos somos conscientes: la falta de responsabilidad y conciencia colectiva. Desde el caso del obispo borracho hasta la monarquía noruega sin memoria histórica, disfrazada de imparcial. Claro está, en nuestro México somos incapaces de asumir nuestra responsabilidad y preferimos legarla al ente colectivo. Muchos dirán que es una contradicción respecto a la conciencia colectiva por una cuestión de simple semántica. No es así. Nuestra responsabilidad como sociedad empieza desde cada uno de nosotros, y no sólo con acciones de simple prudencia (cuidar de nuestra salud, ser conscientes de nuestro entorno) sino en el ámbito de la participación ciudadana (cumplir con nuestros deberes de ciudadanos con nuestras instituciones públicas, estar informados) que son la base de un Estado en armonía. No podemos seguirnos solapando con "luego", "no es mi trabajo", "yo no estudio ahí" y la más dañina de todas (como cualquier persona que haya tomado un libro de historia más o menos objetivo conoce) "es un obispo".
Si estamos dispuestos a ser la generación que cambie a nuestro país, tenemos que empezar con cambios individuales. Con ser condescendientes con nuestro congéner, con cumplir nuestras obligaciones, con atacar de frente nuestros fallos. Así podremos ser mejores como mexicanos (le debemos tanto a esta tierra y tenemos tantos males que extripar...) y, aún más importante, como humanos.

El deber de la Universidad (y sobre todo, de una universidad Nacional y pública) es formar individuos capaces de entender su realidad social y de opinar sobre ella, a la vez que formular soluciones a sus problemas diarios. No somos tan sólo técnicos, que conocen la abstracción de la ciencia y la aplican a nivel puramente maquinal; estamos en formación para ser científicos interactuantes y proactivos con nuestro medio, capaces de analizar cuidadosamente cada parte del proceso social que viven y de actuar con responsabilidad para mejorarlo.
Para lograr estos objetivos, la educación pública en México es, afortunadamente (y todavía) humanista, buscando formar éticamente a un individuo con conocimiento sobre todas las ramas del saber humano, no a un individuo aislado y retraído de su realidad, y sólo centrado en un conjunto sapiencial muy cerrado y unívoco, como buscan nuestros vecinos del norte.
Es importante y no sólo eso, sino vital, lograr ampliar los horizontes del estudiante hacia un sinfín de áreas en las cuales pueda profundizar para ser un hombre universal que tenga una visión gregaria de progreso para sí mismo y sus hermanos, los humanos.
Para formar una sociedad mejor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario